LOS VIAJES DE ALEJANDRO LóPEZ

El economista Alejandro López recoge en Pedales, picos y posturas (Tragaluz Editores, 2024) la crónica de sus tres grandes viajes de 2023: un recorrido en bicicleta de casi 4.000 kilómetros entre Atenas y Ámsterdam, una caminata de varios días por el Himalaya y una inmersión hacia el fondo de sí mismo, un curso de yoga, uno más, durante tres semanas en la India.

López, un simpático e inteligente sesentón de pluma fina y contenida alma rebelde, apenas jubilado después de trabajar durante décadas para el FMI en Washington, se lanzó a la aventura para convencerse y convencernos de que quiere seguir viviendo intensamente en una etapa de la vida durante la cual muchas personas bajan el ritmo de sus actividades, paran y se sumergen en la rutina doméstica y, tal vez, en los recuerdos.

Es llamativo que sus escritos, mucho antes de que se reunieran en un libro, desde la distancia, fueron una forma de comunicarse con sus amigos, familiares y el público en general. Al final de cada día, después de las duras jornadas en Europa y Asia, López, de un tirón, escribió en su teléfono celular deliciosas crónicas relatando sus experiencias y reflexiones que fueron reproducidas por El Espectador, compartidas en las redes sociales y seguidas por un número creciente de lectores.

Sus textos no se limitan a contar sus vivencias y describir los paisajes y personas que encontró en su camino. El pasado siempre está presente. Los recuerdos y las imágenes de sus padres, su esposa, su hermana, sus hijos y sus amigos salpican sus pensamientos del final del día. Sus largos recorridos por montes y caminos, como era de esperar, se cruzan y entrecruzan con las memorias de los sabores y sinsabores del viaje más largo, el de toda su vida.

De comienzo a fin, el libro que agrupa sus crónicas diarias es un canto a la amistad y la camaradería; un mensaje de cariño a sus amigos del colegio, los colegas del trabajo, los ocasionales compañeros del camino y los queridos cómplices de una traviesa, risueña y moderada bohemia a lo largo de los años. Pero es, ante todo, un mensaje de amor a su familia, su país y sus montañas. En medio de los Alpes o en las heladas noches del Himalaya, Alejandro indaga por los resultados de los partidos de la selección Colombia o la suerte de sus “escarabajos”.

Al igual que otros caminantes, Alejandro sabe que lo mejor del viaje es el viaje mismo. También, que lo peor es instalarse de nuevo en el sitio de partida, sinónimo de monotonía y rutina. Llegar es dejar atrás las aventuras, las sorpresas y la magia de conocer gentes, experiencias, comidas y lugares extraños. Es por ello por lo que, después de estas travesías, que en realidad terminan con el lanzamiento y las celebraciones de su libro, a Alejandro, fiel a su alma de trotamundos, le esperan nuevas andanzas. Nos ha anunciado que seguirá con su consagración al yoga, seguramente con nuevos viajes a la India y, con su bicicleta, recorriendo kilómetros y kilómetros por las carreteras de quién sabe dónde. Y así, hasta donde le den sus fuerzas, mantendrá y revivirá el entusiasmo y el encanto de las experiencias vividas, acompañado siempre de cerca o de lejos de tantas personas que lo quieren. En fin, la lección que nos deja es la misma que recibió de otro ciclista: “No dejar de pedalear nunca ni real ni metafóricamente”.

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